En estos tiempos pandémicos que corren hemos sido testigos de una investigación biomédica aceleradísima: las vacunas contra el SARS-CoV2, el virus que produce la COVID-19. Hemos sido además bombardeados con una cantidad de información a la que nunca antes habíamos estado expuestos (ni siquiera en el caso del VIH, o la gripe A). Por otra parte, la pandemia ha cambiado también nuestra forma de entender la consulta médica: aunque seguimos prefiriendo el cara a cara con nuestros médicos, ¿cómo hacerlo, con las listas de espera, las restricciones y los aforos?
Actualmente en España están aprobadas cuatro vacunas para la COVID-19: dos de tecnología ARN-m (Pfizer y Moderna) y dos basadas en adenovirus inactivados (AstraZeneca y Janssen). En los ensayos clínicos de las cuatro vacunas la población que se seleccionó incluía pacientes con diversas patologías: obesidad, HTA, DM2, cardiopatías crónicas; en esos momentos se sabía que todas eran un factor de riesgo para COVID grave, por lo que incluirlas era obligatorio.
En nuestro centro de trabajo recibimos una cantidad importante de tele-consultas a raíz de la vacunación frente a la COVID19. Es evidente que esto es el resultado de todo lo expuesto anteriormente, y ¿cómo no entenderlo? “En la tele han dicho tal cosa”. “He leído que esta marca de vacuna hace esto”. La información sin una guía puede ser contraproducente. Además, los pacientes cardiológicos, que en definitiva tienen una enfermedad crónica y tienen un mayor riesgo frente a la COVID 19 se sienten aún más desamparados. “¿No me ha dicho mi médica que yo tengo la sangre demasiado densa y por eso tomo anticoagulantes? ¿Pertenezco al grupo de riesgo para que me dé una trombosis mortal después de la vacunación?”
Por suerte, las respuestas a todas estas dudas es una muy sencilla:
Primero hay que vacunarse. Hay que vacunarse porque en ningún grupo de edad los efectos secundarios de las vacunas son mayores que el riesgo de morir o padecer una enfermedad grave por SARS-CoV2.
Además, las vacunas están siendo sometidas a un sistema de farmacovigilancia tan estricto que en ocasiones pecamos de precavidos.
Pero si usted tiene una cardiopatía y aún tiene dudas sobre la vacunación, debe saber:
- Por padecer la cardiopatía no aumenta el riesgo de trombosis post vacunación. Esto depende más del factor edad, y ya todos los protocolos sanitarios lo tienen en cuenta.
- La medicación que toma no provoca problemas importantes. Especialmente los anticoagulantes (sintrom, eliquis, lixiana, xarelto o dabigatran), que no deben de ser suspendidos para recibir la vacuna. Lo mismo podemos decir de los antiagregantes, como el adiro o el clopidogrel.
- Los efectos secundarios son similares a los que padece la población general: fiebre, mal estar, dolor articular, etc
Y si aún tiene dudas, consulte con su cardiólogo de confianza.
Por el doctor Guillermo Alonso Deniz, especialista en imagen cardiaca y consultas externas