Doctor, me duele el pecho, ¿qué me pasa?

Doctor, me duele el pecho, ¿qué me pasa?

El dolor en el pecho o dolor torácico llamado en la jerga médica es uno de los síntomas de valoración más frecuente en las consultas de cardiología.

Existen numerosas causas del mismo, que se enumeran a continuación de mayor a menor gravedad.

En primer lugar, puede ser de origen cardiológico (infarto, pericarditis o inflamación de la capa que envuelve al corazón, mala función de las válvulas cardiacas, miocardiopatías, patología de la aorta…). También puede trastarse de origen pulmonar, como en casos de neumonía, tromboembolismo pulmonar, neumotórax, enfermedades del parénquima pulmonar o broncoespasmo. Tampoco es infrecuente que las enfermedades digestivas puedan provocar dolor torácico (úlceras en el estómago, rejlujo gastroesofágico o “ardor”, espasmos esofágicos…).

En último lugar, podemos encontrar causas poco relevantes en importancia pero frecuentes en la práctica clínica, como pueden ser las de origen musculoesquelético o los estados de ansiedad.

En función de las características del síntoma, en general se pueden orientar las causas que acabamos de comentar (aunque no en todos los casos es posible).

De esta manera, un dolor de origen cardiológico (como la angina de pecho) suele ser en el centro del tórax, opresivo (“como un peso o una losa”), se puede irradiar o mover a ambos brazos, la espalda o la garganta y típicamente se desencadena con el esfuerzo y cede o disminuye su intensidad con el reposo.

Los de origen pulmonar suelen tener características pleuríticas, es decir, aumentan con los movimientos respiratorios (inspiración o espiración profunda) y algunas veces también se asocian autoescucha de sibilancias.

En cambio los dolores de perfil digestivo suelen ser más abajo del tórax (en el estómago) y se pueden mover hacia la garganta en origen ascendente (como los del reflujo o la úlcera). No obstante, el espasmo esofágico puede ser en ocasiones indistinguible del infarto de miocardio.

Los dolores osteomusculares por su parte suelen ser circunscritos a una parte pequeña del tórax (que a veces se puede delimitar a punta de dedo) y suelen modificarse o empeorar con los movimientos torácicos.

Por último, la ansiedad puede presentar una mezcla de las características anteriormente descritas, aunque el paciente suele referir un estado de nerviosismo precedente importante.

Debido a que el origen del dolor torácico puede ser muy diverso y que algunas causas del mismo pueden ser de gravedad, desde la consulta de cardiología solemos solicitar pruebas complementarias que aunque en muchas ocasiones no nos permiten saber cuál es la causa del dolor, sí nos permiten descartar aquellas que por lo general pueden tener importancia desde el punto de vista cardiológico.

En primer lugar solemos realizar electrocardiograma y ecocardiograma, que nos dan una idea inicial  de que el corazón del paciente es estructuralmente normal o sano.

Posteriormente, se suele solicitar una prueba de esfuerzo, consistente en caminar/correr en una cinta con la tensión monitorizada y un electrocardiograma, de manera que vemos en tiempo real el comportamiento del corazón con el esfuerzo. Nos es muy útil para descartar la cardiopatía isquémica o angina de esfuerzo. Cuando esta está alterada o sospechamos un origen cardiológico del dolor torácico solemos complementar el estudio con un TAC coronario (para ver de manera no invasiva mediante tomografía las arterias del corazón) o coronariografía (se visualizan las arterias del corazón a través de un catéter canalizado desde la arteria radial del paciente).

Otras veces podemos ampliar el estudio con Holter-ECG o Holter-TA (monitorización continua durante 24 horas con electrocardiograma o aparto medidor de tensión), en función de la sospecha clínica o síntomas asociados.

Si nuestro estudio es normal, en muchas ocasiones el paciente es derivado a otros especialistas (neumólogos, digestivos, atención primaria, psicología) que realizan las pruebas pertinentes.

Por tanto, el dolor torácico es un síntoma muy frecuente, que la mayoría de las veces no va a tener una causa relevante, pero que es importante estudiar, ya que un pequeño porcentaje de los casos pueden ser enfermedades de gravedad que es necesario tratar/abordar lo antes posible.

Por la doctora Irene Narváez especialista en Cardiología de la UICAR

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